sábado, 11 de julio de 2009

LA ROSA INVISIBLE


"La rosa invisible" es mi tercer libro de poemas. Fue escrito en una búsqueda hacia atrás de cuadernitos escritos a mano durante quince años de silencio. Un silencio necesario para rescatar palabras que sean las necesarias para este tiempo de quien sigue siendo el mismo pero con la experiencia de cierta artesanía necesaria ¿están de acuerdo? Una dignidad mínima del poema. Llegué a un acuerdo conmigo mismo y lo publiqué. Puedo mostrarlo.

Soy del tiempo en que el televisor llegó al barrio de Caballito cuando tenía seis años, íbamos a ver El Gato Félix a la casa de un vecino; no existían el bolsas de plástico y la palabra nylon era el sinónimo de los adelantos; el almacenero vendía la yerba suelta y los porotos, y los envolvía en papel madera al que le hacía adorables moñitos en las puntas (el almacenero se llamaba Blanco, tenía bigotitos a lo Polaco Goyeneche) ; todo era de chapa y madera, por ejemplo: las palaganas, los juguetes; recuerdo un autito a pedales de chapa y un poema de un autor chileno que ya te voy a decir quién es, que dice que su autito de chapa sobre el techo de la casa le habla más que el I Ching; usábamos jopo con gomina y pantalones cortos hasta los 12 años (piernas peludas); medias Tom 3/4 o Ciudadela y una canción muy pegadiza: "Los chicos juegan, juegan y juegan, van a la calle, van a la escuela, con los zoquetes y las medias: ¡Ciu-da-dela!"; íbamos a la escuela con zapatos; había escarchas en Buenos Aires; vigilantes con garita en la esquina; el semáforo fue un adelanto increíble; había paraísos en mi cuadra de José María Moreno y Directorio, y ese es mi paraíso. Hace poco volví y están los mismos árboles. Pasaron cuarenta años. Fui a ver el bar "El Mosquito" en la otra esquina: Zuviría y José María Moreno. Anoche soñé que volvía a la esquina y el bar no estaba más, estaba derruida la esquina; lo recuerdo ahora, no me lo acordaba. Por suerte era un sueño. En el bar vas a ver una foto de Sebastián Piana, y el dueño, que es el yerno de aquel viejo que atendía antes, me dijo que era su amigo, iba siempre a ese bar y que vivía al mismo tiempo que yo, en la misma cuadra. No lo conocí. Pero yo jugaba en su vereda y él no lo supo. Tal vez alguna vez jugué con el fondo de los acordes de su piano.

Eso es "La rosa invisible". ¿Querés leerlo? No es nostalgia. Es amor por un tiempo que quebró la dictadura y aún estamos trabajando para recuperarlo. Me pregunto ¿servirá la poesía para eso?

4 comentarios:

  1. Felicidades por su libro, los exitos son productos del esfuerzo, y la constancia no una cuestion de suerte. Creo que en esta obra usted incorpora estas dos grandes virtudes así que no dudo tendrá la recompensa merecida.FELICIDADESSSSS!!!!!!

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  2. Así es, Alejandro. La poesía sirve para recuperar todo; pero sobre todo nos da la fuerza para seguir reconstruyendo. Mira desde otro lado los caminos que tapa el horror, así sea de la violencia o del dinero. Cuando seamos niños lo sabremos. ¡Un gran abrazo! Carlos María.

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  3. profe lo felicito y le prometi que le iba a escribir,fue una experiencia inolvidable tenerlo como profesor. lo felicito de todo corazon su alumna jessica sierra

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  4. Alejandro, qué alegría encontrarte aquí.
    ¿Quién soy? Un ex alumno tuyo de un taller literario que tomé con vos hace... 20 años!!! Sí, promediando 1992 .... en "Aoniken" (¿era así?), el centro cultural de Temperley.
    Daniel Cruz, un amigo lejano, me llevó allí. En ese tiempo yo vivía en Banfield.
    Me regalaste, al final del curso, un poema impresionante que perdí o se me traspapeló en alguna de mis tantas mudanzas: "Lanús Unicaluz" (¿podrá ser?)
    Si me lo enviases por este medio, mataría. Y me interesa "La Rosa Invisible". Qué bueno Alejandro Korn...!!! Va con tu onda. Qué loco que añores una esquina de Capital por la que paso todos los días cuando voy a laburar. Soy corrector en "Ambito Financiero" (fermento apasionado de la filantropía, de la bohemia y el vuelo poético, je je...)
    Fui de Longchamps, Burzaco, Glew... parte de mis raices y mucho de mi historia personal andan por allí. Hoy vivo en Mataderos, Capital.
    Ale, somos de la misma brecha generacional.
    Veo, leyendo el texto, que sigue en vos intacta la vieja mística de la resistencia, a la que no renunciaste y te felicito.
    Imposible que me recuerdes pero espero te sirvan las pistas que mando para generar un puente. Recuerdo en "Aoniken" una noche con Raúl Carnota, algunas Madres de Plaza de Mayo de Lomas de Zamora, gente del grupo de titiriteros "Diablomundo", empanadas, vino, canciones... ¡qué grato traer todo aquello!
    Un abrazo y espero novedades tuyas.

    Daniel Goñi

    daluisgo@hotmail.com

    leon8081@gmail.com

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